“Cada relación ha tenido su
sentido:
desde
aquel inocente y apasionado primer
amor,
hasta la actual relación.
En realidad, ni ha faltado
ni ha sobrado nada.
Cada instante vivido de
expansión
y
contracción, de alegría y tristeza o de ilusión
y desengaño, han contribuido a
nuestro
actual nivel de auto-conciencia.”
Uno de los principales temas en los
procesos que tengo el privilegio de acompañar; es el amor y las relaciones en
pareja, y la pregunta es: ¿amor o soy co-dependiente? en estos tiempos, que se dice “deja fluir” (traducido, a no luches
pues todo hay que conseguirlo con el mínimo esfuerzo o todo se arreglará como
por arte de magia) también las
relaciones de amor se convierten en un dejar fluir, ¿“problemas en el paraíso”? suelta y ve a lo que sigue o al que
sigue next!!... y viene la confusión.
Lo he constatado viendo una serie, que está
“muy de moda” La casa de las Flores; con un final completamente inesperado, que
honra el principio de las relaciones llevando al espectador a la consciencia,
cuando la protagonista le dice a su hija, -no
pierdas por segunda vez a tu familia, lucha por el amor de tu vida... es un modelo de vida que nos hace
reír, cuando yo realmente sentí un golpe en el estómago al mirar cuantos
errores cometemos en nombre del amor, o pensando que las relaciones eso son, no
funciona a la primera deja fluir... sin poner resistencia, y enfócate en lo que
sigue; como si de una ropa usada se
tratara... o bien aférrate hasta con los dientes aunque vaya de por medio tu
integridad física, emocional o espiritual.
Pero... ¿ es amor? ... o ¿co-dependencia?
La definición que tenemos sobre el amor ha
sido influenciada por varios estímulos y creencias culturales. Muchas personas
piensan que amar es igual a poseer, a saber que la persona con la que están les
corresponde exactamente de la misma manera en que ellos esperan. En realidad
esta creencia afecta lo más importante en una relación: el amor. Por eso,
queremos compartir contigo 3 consejos para practicar el desapego en tus
relaciones.
Equilibra lo que das con lo que eres
En una relación es agradable sentir que el
otro hace cosas por nosotros, así como dar parte de lo que somos. Sin embargo,
para evitar la co-dependencia y el apego, es importante equilibrar lo que
queremos aportar y compartir con alguien con lo que preferimos reservar para
nosotros mismos. Por ejemplo, no dejes de hacer tus actividades preferidas por
salir con alguien y no hagas nada que te haga sentir incómodo sólo porque el
otro piensa de forma distinta ti. Al mismo tiempo, sé tolerante con el tiempo y
las ideas del otro.
Aprende a querer en el presente
Centrar la mente en el presente es una de
las bases de la filosofía budista. Si esto se aplica al amor, se puede
disfrutar de lo que se vive sin esperar nada del futuro (por ejemplo, imaginar
que se pierde a alguien) ni guardar rencores por el pasado (como una pelea
concluida). Esto hace que el amor fluya de forma natural y que puedas disfrutar
cada momento con mayor intensidad. Sin miedo a lo que podrá ser, el amor no
tiene apego.
Evita los juicios
La mayoría de los miedos se fundamentan en
juicios que parten del ego. Por lo tanto, no son reales. Cuando inicies una
relación con alguien, evita emitir cualquier tipo de juicio. Simplemente
aprende a recibir lo que el otro aporta y, con calma, identifica si te sientes
bien con eso o no. Cuando proyectamos ideas que están en nuestra mente sobre el
otro, podemos crear relaciones de apego que no se basan en un cariño sincero.
Sentir cariño por una persona modifica en
varios sentidos la forma en que nos relacionamos con la misma. Las dinámicas
cambian: pueden frecuentarse más seguido, comunicarse con mayor intimidad que
con otras personas o acompañarse en diversas situaciones del día a día.
No obstante, puede suceder que la atracción se tergiverse y se convierta
en apego, en
un deseo por estar con alguien que sea tan fuerte que provoque la sensación de dependencia, de no poder ser feliz sin su presencia. Y
aunque este proceso se ha normalizado en nuestra sociedad, resulta dañino para
ti y para los demás y es recomendable aprender a evitarlo. Te contamos por qué.
Para empezar, el apego tiende a
manifestarse a través de conductas perjudiciales
para la templanza personal como posesión, celos, ira, manipulación y en algunos
casos, incluso violencia. También suele sentirse tristeza y vulnerabilidad ante
la posibilidad de una pérdida. Este tipo de sensaciones paralizan y dificultan
el desarrollo personal y en sociedad. No vale la pena perder el conocimiento y control sobre
nuestros pensamientos por
el apego.
Además, el apego dificulta el flujo de las
verdaderas personalidades y
las parejas difícilmente podrán conocerse a fondo si existen todos estos
juicios de por medio. ¿Puede alguien ser como realmente es, si sabe que su
pareja lo tiene en la mira constantemente? ¿Sentirse intimidado es alentador
para querer y abrirse ante alguien? Lo mejor es saber que el otro nos acepta y
respeta como somos, pues así podremos llegar a una conexión profunda.
El apego no se sustenta en lo que sientes
por una persona, si
no en lo que asumes que eres o tienes con ella. Muchas veces esto implica
generar expectativas que suelen basarse en el ego, pero que no tienen un
sustento en algo real. Es mejor querer sin esperar determinadas reacciones a
cambio.
El
desapego no significa que quieras menos a una persona, ni demuestra que no te
importa. Simplemente es una actitud saludable de relacionarte con los otros sin perder de vista tu propio
bienestar y el de los demás. Una relación que tiene su base en el amor y no en el ego podrá florecer
mejor. Es así que el desapego
es, contrario a lo que suele pensarse, una potente forma de compromiso. El amor
verdadero no requiere del apego para fluir.
Hoy
te invito a reflexionar en ¿porqué se pone de moda posiciones tan importantes
como es el compromiso, las relaciones de amor en el orden sano, la familia, la
integridad, la honestidad?. Y nos compramos frases hechas y no solamente las
decimos, sino que las integramos a nuestra vida. Y dejamos de lado la
conciencia, y no hablo en forma religiosa o social, sino esa conciencia que a
cada ser humano nos sirve de auto-regulación, dónde no importa lo que se diga, yo siento cuando es “bueno” o
no para mi, cuando siento en la piel que estoy haciendo lo correcto o no. Independientemente
si este tan de moda “tu haces tu realidad” o “déjalo fluir”...
Ese Sabio Interior que cada uno poseemos, y nos olvidamos que
ahí está... La consciencia.
M.
Patricia Garza Alejo
Coach/Terapeuta/Counselor